Génesis 5:21

En la Biblia, además de sus personajes ordinarios, y además de sus hombres simplemente extraordinarios como David, Salomón o Isaías, hay otro orden aún más interesante, alrededor del cual se cierne una sombra de sobrenaturalismo y misterio. Tales son Melquisedec, Elías, Moisés y Enoc.

I. Considere la vida de Enoc. Él "caminó con Dios". Estas palabras parecen implicar que Enoc poseía un parecido notable con Dios en excelencia moral; que se dio cuenta de la presencia de Dios y disfrutó de Su comunión en una medida extraordinaria, y que se declaró públicamente del lado de Dios, y estuvo casi solo al hacerlo.

Notamos especialmente la quietud y la inconsciencia de su caminar con Dios. La vida de David o de Job se asemejaba a un tormentoso día de primavera, compuesto de tempestad arrolladora, tinieblas furiosas y repentinos estallidos de sol ventoso; el de Enoc es un mediodía otoñal gris suave, con una leve neblina de brillo que cubre la tierra y el cielo.

II. Note la obra pública de protesta y profecía de Enoc. La Epístola de Judas nos proporciona nueva información sobre la obra pública de Enoc. No fue simplemente su caminar, sino su trabajo, lo que fue honrado por la traducción. No solo caracterizó y por implicación condenó su época, sino que predijo la venida del último gran Juicio de Dios. Lo anunció (1) como un evento glorioso y abrumador; (2) como uno de juicio concluyente y demostración convincente.

III. Mire ahora la traducción de Enoch. Cuán sorprendente en su simplicidad es la frase "¡No era, porque Dios se lo llevó!" Las circunstancias de su traducción se ocultan deliberadamente: "traducido para que no vea la muerte". Más de un héroe ha ganado fama porque se enfrentó "cara a cara con la muerte" y se ha enfrentado al viejo enemigo; pero la muerte nunca se atrevió a "mirar a los ojos de Enoch mientras se encendía en la inmortalidad".

"Las razones por las que se le confirió este honor fueron probablemente (1) Para mostrar su excelencia trascendente; (2) Para avergonzar a un mundo infiel; (3) Para probar que había otro estado del ser, y dar una prenda de este a todas las edades futuras.

G. Gilfillan, Alpha y Omega, vol. i., pág. 217.

Referencias: Génesis 5:21 . Expositor, segunda serie, vol. vii., pág. 321; Spurgeon, Sermons, vol. xxii., núm. 1307; Congregacionalista, vol. xii., pág. 561.

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