Génesis 8:4 , Génesis 8:18 ; Génesis 8:20

En las laderas de Ararat fue la segunda cuna de la carrera, la primera aldea criada en un mundo de tumbas invisibles.

I. Era la aldea del arca, un edificio modelado y fabricado a partir de los bosques de un mundo hundido y enterrado. A los primeros padres del mundo debió parecerles una forma venerable y sagrada.

II. La aldea del arca era la aldea del sacrificio. Construyeron un altar de sacrificios en el que el miedo alzó las piedras, la tradición proporcionó el sacrificio y la fe encendió la llama.

III. El primer pueblo fue el pueblo del arco iris. Se había visto antes en el mundo antiguo, pero ahora se veía como una señal de la misericordia de Dios, Su pacto en la creación.

IV. La aldea del arca nos da nuestro primer código de leyes. Cuando el hombre avanza por primera vez con las sombras de la caída a su alrededor, apenas un principio parece marcar la presencia de la ley. Aquí avanzamos en otra etapa, hacia un mundo nuevo; los principios del derecho no son muchos, pero se han multiplicado. A medida que crecen los pecados, crecen las leyes. Alrededor de la primera aldea se oyeron murmullos remotos de tormentas por venir.

V. La aldea del arca era la aldea del pecado. Incluso para Noé, el más justo de los hombres, el pecado salió de la simple búsqueda de la agricultura. Un gran y buen hombre, el superviviente de un mundo perdido, el vástago y heredero de un nuevo, llegó al momento de la vida de una terrible superación.

E. Paxton Hood, La linterna del predicador, vol. iii., pág. 92.

Referencias: Génesis 8:4 ; Génesis 8:18 ; Génesis 8:19 . Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 408. Génesis 8:9 .

Spurgeon, Sermons, vol. xi., núm. 637. Génesis 8:11 . T. Birkett Dover, Manual de Cuaresma, pág. 158; H. Macmillan, The Olive Leaf, pág. 1. Génesis 8:13 . G. Matheson, Momentos en el monte, pág. 160.

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