Marco 12:43

La ofrenda de la viuda y las piedras del templo.

El espíritu que llevó a los discípulos a admirar las piedras del templo, mientras Cristo les señaló la ofrenda de la viuda, es un espíritu natural para todos nosotros; y al considerarlo en el pasaje que tenemos ante nosotros alcanzaremos ciertos hechos que nos guiarán y ayudarán en nuestra vida cristiana diaria. Las verdades sugeridas por este contraste son dobles.

I. La verdadera medida del sacrificio. No la grandeza del acto externo, sino la perfección del motivo interno. Juzgamos los actos de los hombres por sus formas externas, más que por el espíritu que los impulsó, estamos tan dispuestos a considerar solo las grandes piedras del templo. A la luz del día del juicio, se modificarán muchas de las nociones del mundo. Hay héroes desconocidos y mártires silenciosos ahora, por quienes pasa el mundo. No es el gran acto exterior, sino la perfecta entrega del alma, lo que constituye el sacrificio que Dios no despreciará.

II. La verdadera idea de un templo. Los discípulos vieron la morada de Dios en la casa de piedra, con su Lugar Santísimo y altares de sacrificio; Cristo lo vio en el corazón quebrantado de la viuda. Esta idea caracterizó todas sus enseñanzas. Es el motivo interno y el corazón, como proclamó constantemente, lo que Dios mira, y en el espíritu , debe ser servido.

III. De lo anterior surgen tres lecciones prácticas. (1) Una lección de deber. Todo hombre puede ser espiritualmente heroico. Cree que la obra para la que estás designado es la obra de Dios, y siempre encontrarás espacio para el espíritu celestial y para vivir el principio que Cristo indicó cuando señaló la blanca de la viuda. (2) Una lección de aliento. Ama a Dios en todas las cosas, considera que ningún sacrificio es demasiado grande o demasiado pequeño, haz lo mejor que puedas en todo como a Su vista, y lo encontrarás en todas partes.

(3) Una lección de advertencia. Los judíos habían venido a ver a Dios solo en el templo de Jerusalén. Como consecuencia se convirtieron en formalistas, se olvidó la entrega de sus almas. Y cayó el espléndido templo. Así que ahora y siempre. Olvida la divinidad de toda vida y el templo de tu alma quedará desolado.

EL Hull, Sermones, tercera serie, pág. 213.

Referencias: Marco 13:1 . Preacher's Monthly, vol. v., pág. 177. Marco 13:1 . HM Luckock, Footprints of the Son of Man, pág. 279. Marco 13:8 .

Ibíd., Vol. iv., pág. 160. Marco 13:24 . C. Stanford, Christian World Pulpit, vol. xx., pág. 277; HM Luckock, Footprints of the Son of Man, pág. 290.

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