Oseas 8:14

I. Considere las declaraciones del texto en su referencia principal a Israel y Judá, mostrando su aplicación en espíritu a nosotros mismos. (1) Aquellos a quienes Dios originalmente llamó a ser uno, a quienes consolidó en una Iglesia, convirtiéndolos en Su familia y pueblo, ahora son dos; están divididos y divididos en facciones rivales. (2) Nótese la conducta diferente por la que se distinguían las dos partes en el texto.

Israel construye templos. Judá multiplica las ciudades cercadas. Israel cayó y corrompió las instituciones primitivas del culto Divino. Judá puso su confianza, no en lo que Dios había prometido hacer por ella, sino en ella misma. La gente tenía apariencia de piedad sin poder. Mientras se acercaban a Dios con los labios, sus corazones estaban lejos de Él; se postraron en su templo, pero confiaron en sí mismos. (3) La conducta de Israel y Judá, aunque tan diferente, fue igualmente mala; en cada caso procedió de la misma fuente pecaminosa; contra ambos los juicios de Dios fueron igualmente denunciados.

II. Observe algunas lecciones prácticas del tema. (1) La religión es la cosa más poderosa del mundo. (2) Este poder, el más fuerte en sí mismo sobre la mente humana, está expuesto por el corazón a la mayor perversión, y eso en varias direcciones opuestas. (3) La propensión de la religión a la corrupción, y el poder y la tendencia de los hombres a corromperla, no son una presunción contra la realidad de la religión en general, o contra la verdad del cristianismo en particular.

(4) Si bien las grandes masas de la Iglesia profesante pueden parecer caracterizadas por formas particulares y obvias de error, siempre debemos recordar que muchas personas en cada masa pueden no estar involucradas en la corrupción circundante. (5) Es muy importante para nosotros considerar cuál puede ser la tendencia de cualquier sistema de la Iglesia con el que estemos conectados, y examinar estrechamente nuestro propio espíritu o temperamento.

T. Binney, Sermones en King's Weighhouse Chapel, segunda serie, p. 267.

Referencias: Oseas 10:2 . Spurgeon, Sermons, vol. v., núm. 276; Ibid., Mis notas para sermones: Eclesiastés a Malaquías, pág. 315; Ibíd., Pág. 318. Oseas 10:12 . Ibíd., Sermones, vol. xxi., núm. 1261; vol. xxvi., nº 1563; Ibídem.

, Tarde a Tarde, p. 92; E. Blencowe, Plain Sermons to a Country Congregation, segunda serie, pág. 281. Oseas 11:1 . Spurgeon, Sermons, vol. xxviii., núm. 1675. Oseas 11:3 . Ibíd., Vol. xvii., No. 1021.

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