Salmo 47:4

Hay una música inefable en estas palabras, pero es tarde en la vida antes de que podamos escucharla para entenderla; es tarde en la vida antes de que podamos convertir estas palabras en un himno y cantarlo para nosotros mismos: "Él elegirá nuestra herencia para nosotros". Es fácil de ver y cantar a la luz y de día; es fácil leer la partitura de las melodías de la vida cuando todas son líricas y rítmicas; pero cuando las grandes discordias se precipitan y perturban la melodía, es más difícil cantar con la fe de que pronto constituirán su gran armonía: ese es el marco en el que se puede decir: "Él elegirá nuestra herencia para nosotros."

I. La alegría de vivir es sentir la certeza de que, en todo caso, no se trata de un esquema de fatalismo, de un mero reinado de la ley. " Se deberá elegir nuestras heredades;" no es el destino; no es el destino. El universo está gobernado, no por infinitas posibilidades, sino por infinitas opciones.

II. Hay una prueba de esto; hay una correspondencia en la que la elección divina se prueba por el amor divino. "Excelencia de Jacob, a quien amaba". Somos las ilustraciones de la voluntad del Padre, somos la excelencia de Jacob a quien amaba, y por eso Dios es justificado diariamente por la verificación de la experiencia humana.

III. Tomemos, pues, el consuelo divino del texto: "Él elegirá nuestra herencia por nosotros". El alma respira en medio de aires tan serenos y vigorizantes; esta es la verdad básica, la columna vertebral, del libro de Dios. Dios es la porción, la herencia de Su pueblo. Vivamos en esta gran fe, en las grandes e infinitas reservas de Dios.

E. Paxton Hood, Christian World Pulpit, vol. xxiii., pág. 349.

Referencias: Salmo 47:4 . Spurgeon, Sermons, vol. i., No. 33; Ibíd., Evening by Evening, pág. 318; Congregacionalista, vol. vii., pág. 472.

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