Salmo 90:16

Este Salmo tiene un triple interés: de tema, de autoría y de asociación. Toca el punto más solemne, trascendental y conmovedor de la vida del hombre. Su autor es "Moisés el hombre de Dios". Lo hemos escuchado cuando estamos en presencia de la muerte.

I. Las palabras del texto son, en esencia, la oración de Moisés en Éxodo: "Te ruego que me muestres tu gloria". Encuentran su eco en la oración de Felipe en la noche de la Pasión: "Señor, muéstranos al Padre". Son el grito de un alma que siente su necesidad de Aquel en quien, conocido o desconocido, adverso o amoroso, debe vivir, moverse y tener su ser.

II. "Aparezca tu obra a tus siervos". "El Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo". Sería malo para el universo si la mano que trabaja descansara un momento. Dios obra en todas partes y en todas las cosas, pero el hombre no lo ve; necesita una obra separada de Dios, como implica el texto, para mostrar Su obra. Y por eso Moisés hace esta oración por su pueblo.

III. "Y a sus hijos tu gloria". La gloria de la que se habla es la automanifestación de Dios. La mirada de largo alcance, el amor que se olvida de sí mismo, del hombre que vio, pero no debe entrar, en la tierra de reposo y de herencia, miró hacia el futuro de Israel, y mientras oraba por la generación que había, pensó también en los niños que aún estaban por nacer. "Muestra a sus hijos tu gloria", es una petición del corazón mismo de Dios, quien la lleva al tesoro más profundo y seguro de sus propias promesas, y de allí la saca en bendición ilimitada, cuando los labios que la enmarcan han Ha estado en silencio durante siglos en la muerte.

CJ Vaughan, Christian World Pulpit, vol. ii., pág. 46.

Referencia: Salmo 90:16 . JM Neale, Sermones sobre pasajes de los salmos, pág. 208.

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