CONFESAR A CRISTO

"Cualquiera que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre también lo confesará delante de los ángeles de Dios".

Lucas 12:8

No debemos avergonzarnos de que todos los hombres vean que creemos en Cristo, servimos a Cristo, amamos a Cristo y nos preocupamos más por la alabanza de Cristo que por la alabanza de los hombres.

I. El deber de confesar a Cristo incumbe a todos los cristianos en todas las épocas de la Iglesia. No olvidemos eso nunca. No es solo para los mártires, sino para todos los creyentes, en todos los rangos de la vida. No es solo para grandes ocasiones, sino para nuestro caminar diario por un mundo malvado.

II. La dificultad de confesar a Cristo es sin duda muy grande. Nunca fue fácil en ningún momento. Nunca será fácil mientras el mundo siga en pie. Seguro que nos traerá risa, burla, desprecio, burla, enemistad y persecución. El mundo que odió a Cristo siempre odiará a los verdaderos cristianos.

III. El gran motivo para incitarnos a una confesión audaz se nos presenta a la fuerza. Nuestro Señor declara que si no lo confesamos ante los hombres, Él 'no nos confesará ante los ángeles de Dios' en el último día. Se negará a reconocernos como su pueblo. Nos repudiará como cobardes, infieles y desertores. No abogará por nosotros. No será nuestro Abogado. No nos librará de la ira venidera. Nos dejará para cosechar las consecuencias de nuestra cobardía y para estar ante el tribunal de Dios indefensos, indefensos y sin perdón. ¡Qué perspectiva tan espantosa es esta!

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