(3) También os digo que cualquiera que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre también lo confesará delante de los ángeles de Dios:

(3) Grande es la recompensa de una confesión constante: y horrible es el castigo por negar a Cristo; sí, será imposible revocar el castigo de nuevo, si a propósito, tanto con la boca como con el corazón, blasfemamos una verdad conocida.

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