Levítico 13:1-59

1 El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón diciendo:

2 “Cuando alguien tenga en la piel de su cuerpo hinchazón, costra o mancha clara y se convierta en la piel de su cuerpo en llaga de lepra, será traído al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos sacerdotes.

3 El sacerdote examinará la parte afectada en la piel del cuerpo. Si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco y la llaga parece más hundida que la piel de su cuerpo, es llaga de lepra. Cuando el sacerdote lo haya examinado, lo declarará impuro.

4 “Si en la piel de su cuerpo hay una mancha clara blanquecina, pero no parece más hundida que la piel ni su pelo se ha vuelto blanco, el sacerdote aislará al enfermo durante siete días.

5 Al séptimo día el sacerdote lo examinará. Si según su parecer la llaga se ha mantenido igual y no se ha extendido en la piel, el sacerdote lo volverá a aislar durante otros siete días.

6 Al séptimo día lo examinará de nuevo. Y he aquí que si la llaga aparece descolorida y no se ha extendido, el sacerdote lo declarará puro; solo era una erupción. El enfermo lavará su ropa y quedará puro.

7 “Pero si la erupción se ha extendido notablemente por la piel, después que él se haya mostrado al sacerdote para su purificación, se presentará otra vez ante el sacerdote.

8 El sacerdote lo examinará, y he aquí que si la erupción se ha extendido en la piel, él lo declarará impuro; es lepra.

9 “Cuando alguien tenga llaga de lepra, será traído al sacerdote.

10 Él lo examinará; y he aquí que si aparece una hinchazón blanca en la piel que ha hecho que el pelo se vuelva blanco y ha hecho aparecer la carne viva,

11 es lepra crónica en la piel de su cuerpo. El sacerdote lo declarará impuro; no lo aislará, porque ya es impuro.

12 “Pero si la lepra brota intensamente en la piel y cubre toda la piel del cuerpo del enfermo, desde su cabeza hasta sus pies, hasta donde los ojos del sacerdote puedan ver,

13 el sacerdote lo examinará. Y he aquí que si la lepra ha cubierto todo su cuerpo, declarará puro al enfermo; pues si toda ella se ha vuelto blanca, él es puro.

14 Pero si aparece en él la carne viva, será impuro.

15 El sacerdote examinará la carne viva y lo declarará impuro. La carne viva es inmunda; es lepra.

16 “Cuando la carne viva cambie y se vuelva blanca, vendrá al sacerdote.

17 Este lo examinará, y he aquí que si la llaga se ha vuelto blanca, el sacerdote declarará purificado al que tuvo la llaga; y será puro.

18 “Cuando en la piel de su cuerpo haya habido una úlcera y esta se haya sanado,

19 si aparece en el lugar de la úlcera una hinchazón blanca o una mancha blanca rojiza, será mostrada al sacerdote.

20 Este la examinará; y he aquí que si parece estar más profunda que la piel y su pelo se ha vuelto blanco, el sacerdote lo declarará impuro. Es llaga de lepra que brotó en la úlcera.

21 “Si el sacerdote la examina, y he aquí que no hay en ella pelo blanco ni está más hundida que la piel, sino que está descolorida, el sacerdote lo aislará durante siete días.

22 Si se ha extendido por la piel, el sacerdote lo declarará impuro; es lepra.

23 Pero si la mancha blanca se ha detenido en su lugar y no se ha extendido, es la cicatriz de la úlcera. El sacerdote lo declarará puro.

24 “Asimismo, cuando la piel del cuerpo tiene quemadura de fuego y en la carne viva de la quemadura aparece una mancha clara, rojiza o blanca,

25 el sacerdote la examinará. Y he aquí que si el pelo en la mancha se ha vuelto blanco y esta parece estar más hundida que la piel, es lepra que se originó en la quemadura. El sacerdote lo declarará impuro; es llaga de lepra.

26 “Pero si el sacerdote la examina, y he aquí que no aparece en la mancha el pelo blanco ni está más hundida que la piel, sino que aparece descolorida, el sacerdote lo aislará durante siete días.

27 Al séptimo día el sacerdote lo examinará. Y si se ha extendido por la piel, el sacerdote lo declarará impuro; es llaga de lepra.

28 Pero si la mancha blanca se ha detenido en su lugar y no se ha extendido en la piel, sino que aparece descolorida, es hinchazón de la quemadura. El sacerdote lo declarará puro, porque es solo la cicatriz de la quemadura.

29 “Cuando a un hombre o a una mujer le salga una llaga en la cabeza o en la barba,

30 el sacerdote examinará la llaga. Y he aquí que si parece estar más hundida que la piel y el pelo en ella es amarillento y delgado, entonces el sacerdote lo declarará impuro. Es tiña o lepra de la cabeza o de la barba.

31 Pero si el sacerdote examina la llaga de tiña, y he aquí que no parece estar más hundida que la piel ni hay en ella pelo amarillento, el sacerdote aislará al enfermo de tiña durante siete días.

32 Al séptimo día el sacerdote examinará la llaga. Y he aquí que si la tiña no parece haberse extendido ni hay en ella pelo amarillento, ni tampoco parece la llaga más hundida que la piel,

33 entonces se afeitará, excepto en el lugar de la tiña. Luego el sacerdote lo aislará durante otros siete días.

34 Al séptimo día el sacerdote examinará la tiña. Y he aquí que si la tiña no se ha extendido en la piel ni parece estar más hundida que esta, el sacerdote lo declarará puro. Él lavará su ropa y quedará puro.

35 “Pero si la tiña se ha extendido en la piel después de su purificación,

36 el sacerdote lo examinará. Y he aquí que si la tiña se ha extendido en la piel, no busque el sacerdote el pelo amarillento. Es impuro.

37 Pero si le parece que la tiña está detenida y que ha crecido en ella pelo negro, la tiña está sanada. Él es puro, y el sacerdote lo declarará puro.

38 “Asimismo, cuando un hombre o una mujer tenga en la piel de su cuerpo manchas, manchas blancas,

39 el sacerdote las examinará. Y he aquí que si las manchas en la piel de su cuerpo son blancas, algo descoloridas, es eczema que brotó en la piel. Dicha persona es pura.

40 “Cuando a un hombre se le cae el cabello, es calvo pero puro.

41 Si pierde el cabello en la parte delantera de la cabeza, es calvo por delante, pero puro.

42 No obstante, si en la calva trasera o delantera aparece una llaga blanca rojiza, es lepra que brota en su calva trasera o delantera.

43 El sacerdote lo examinará; y he aquí que si la hinchazón de la llaga blanca rojiza en la calva trasera o delantera es semejante a la lepra en la piel del cuerpo,

44 es leproso; es impuro. El sacerdote lo declarará impuro; en su cabeza tiene la llaga.

45 “En cuanto al leproso que tiene la llaga, sus vestidos serán rasgados, y su cabeza será despeinada. Se cubrirá hasta la nariz y pregonará: ‘¡Impuro! ¡Impuro!’.

46 Todo el tiempo que tenga la llaga, quedará impuro. Siendo impuro, habitará solo, y su morada estará fuera del campamento.

47 “Cuando una mancha de lepra esté en un vestido, sea vestido de lana o vestido de lino,

48 esté en la urdimbre o en la trama de lino o de lana, así como en cuero o en cualquier objeto de cuero;

49 si la mancha en el vestido, en la urdimbre, en la trama o en cualquier objeto de cuero es verdosa o rojiza, es mancha de lepra. Ha de ser mostrada al sacerdote.

50 El sacerdote examinará la mancha y aislará el objeto manchado durante siete días.

51 Al séptimo día examinará la mancha. Si se ha extendido en el vestido, en la urdimbre, en la trama, en el cuero o en cualquier objeto que se hace de cuero, es lepra maligna. Será inmunda.

52 Quemará el vestido de lana o de lino, la urdimbre o la trama, o cualquier objeto de cuero donde esté la mancha, porque es lepra maligna; será quemado en el fuego.

53 “Si el sacerdote examina la mancha, y he aquí que no parece haberse extendido en el vestido, en la urdimbre, en la trama o en el objeto de cuero,

54 el sacerdote mandará lavar el lugar donde está la mancha y lo aislará otros siete días.

55 El sacerdote lo examinará después de lavada la mancha. Y he aquí que si parece que la mancha no ha cambiado de aspecto, aunque esta no se haya extendido, es inmundo. Lo quemarás al fuego. Es una corrosión, ya esté en el derecho o en el revés del objeto.

56 “Pero si el sacerdote lo examina y la mancha aparece descolorida después de lavada, la cortará del vestido, del cuero, de la urdimbre o de la trama.

57 Si aparece otra vez en el vestido, en la urdimbre, en la trama o en cualquier objeto de cuero, rebrotando sobre él, quemarás en el fuego el objeto en el cual está la mancha.

58 Pero el vestido, la urdimbre, la trama o cualquier objeto de cuero que laves y que se le quite la mancha, deberá ser lavado por segunda vez y quedará limpio”.

59 Estas son las instrucciones acerca de la mancha de lepra en un vestido de lana o de lino, en la urdimbre o en la trama, y en cualquier objeto de cuero, para que sea declarado limpio o inmundo.

Levítico 13:2 . Aarón o uno de sus hijos se vieron obligados a inspeccionar todos los casos de lepra; los sacerdotes estaban mejor familiarizados con la naturaleza y el progreso de la enfermedad y estaban más preocupados por mantener pura a la congregación.

Levítico 13:6 . El sacerdote lo declarará limpio. No pudo sanar, como hizo el profeta Eliseo; sólo podía pronunciarse sobre el caso, ya fuera limpio o inmundo. Por tanto, el gran alboroto de los sacerdotes papistas sobre esta cabeza, se reduce a nada, porque el sacerdocio hebreo no podía limpiar. Solo tenían las llaves del santuario para admitir a los puros, o repeler a los impuros, del altar. Es mejor acudir con corazón leproso a Cristo, el gran médico y sanador del alma.

REFLEXIONES.

Habiendo considerado en el capítulo anterior un tipo de impureza, tenemos aquí otro, repugnante en sí mismo, y generalmente de larga duración. La lepra a veces aparecía en el curso de la providencia; ya veces fue infligido por el pecado, como en los casos de Miriam, de Giezi y otros. Fue una de las impurezas que limpió nuestro Salvador; y como él era un médico espiritual, y perfeccionó sus numerosos milagros a tal efecto, podemos afirmar que un hombre cubierto de lepra era una figura muy llamativa de toda la naturaleza humana depravada por el pecado.

¿Qué son esos puntos rojos y brillantes que se extienden por la carne, sino los crímenes de los hombres que transmiten la infección a todos los que les rodean? ¿Qué son esos grupos de hombres malvados e impíos, sino tantos leprosos todos inmundos? ¿Y de quién son las palabras, los aires y las acciones que esparcen la impureza por todos lados? ¿Qué es todo su despliegue de orgullo, de ira, de voluptuosidad y toda su disipación, contagiando las vestiduras y las paredes de la casa, con el contagio de la corrupción, sino una lepra de larga duración en el corazón?

La lepra era una enfermedad cutánea, repugnante a la vista: una persona profundamente infectada era objeto de repugnante lástima. Pero cuánto más repugnante y repugnante debe parecer el pecado a los ojos de Dios, que es todo pureza y perfección. ¿Acaso el que es bondadoso y bueno con todos, puede contemplar los males que los hombres cometen unos contra otros, y no ofenderse con la vista? No; es más limpio de ojos que para contemplar la iniquidad; y ha declarado inmundo al pecador.

Esta impureza separó al hombre de su casa y de la congregación del Señor; y el pecador por su depravación queda reducido a la misma situación. Sus ojos, su apariencia, todo su comportamiento no son aptos para ser vistos por el Señor. Que viva en soledad y recuerde sus pecados. Considere que si no sigue una purificación, su alma será excluida de la ciudad y del santuario del Señor, y morará en tinieblas y muerte.

El leproso se vio obligado a advertir a todas las personas que se le acercaban, de su impureza, llorando, inmundo, inmundo. Por tanto, cuando la mano del Señor esté sobre el pecador, cuando sus pecados sean atacados contra él, y cuando los terrores de Dios lo atemoricen, ya no ocultará, sino que publicará su iniquidad, y orará a otros para que reciban la advertencia de su errores.

Era una impureza que la medicina no podía eliminar. El médico no pudo hacer nada por su paciente; ni el sacerdote podía hacer más que declarar limpio o inmundo al hombre. No: los médicos mundanos no pueden hacer nada con una conciencia afligida por el pecado y angustiada como la lepra en un manto. Entonces, no quiera el ministro fiel limpiar la congregación del Señor y pronunciar las advertencias y denuncias de Dios contra todos los hombres inicuos e impíos. Al hacer esto, que no muestre respeto por las personas. Su amigo íntimo, su pariente más cercano, su propio conocido, no debe escatimar en su lepra, que separa el alma de la comunión con Dios.

Pero hubo algunos casos más favorables, en los que la plaga no se extendió; el color cambió a oscuro y asumió una apariencia curativa. En esos casos, después de un tiempo de separación, la persona fue declarada limpia. También hay a veces pecados de sorpresa, muy culpables en sí mismos, que no penetran profundamente en los hábitos y son aborrecidos en el corazón; estos pecados, después de un arrepentimiento sincero, son perdonados y el alma es restaurada al favor y al amor de Dios.

Pero que todo hombre tiemble ante la idea del pecado, porque si una vez que se admite que la plaga predomina en el corazón, no es posible decir cuáles serán las consecuencias. Concluimos, pues, diciendo, que el pecado habitual es aquella lepra impura y contagiosa que contagia el alma entera, que comunica la contaminación a todo el círculo de la sociedad, dondequiera que sea tocada, y de la que no hay liberación, sino por una renovación completa de la vida. corazón.

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