Ahora pues, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre.

Ver. 13. Y alaba tu glorioso nombre. ] Con nuestro corazón, labios y ofrendas, hasta lo mejor de nuestra sustancia, profesando que podríamos estimarte aún más y mejor si estuviera en nuestro poder. Un hombre agradecido vale su peso en oro; da la gloria de todo lo que disfruta sólo a Dios, como los cuerpos sólidos reflejan el calor del sol.

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