Y el rey mandó al sumo sacerdote Hilcías, y a los sacerdotes del segundo orden y a los guardianes de la puerta, que sacaran del templo del SEÑOR todos los utensilios que se habían hecho para Baal, y para la arboleda, y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén, en los campos de Cedrón, y llevó sus cenizas a Betel.

Ver. 4. Y los sacerdotes de segundo orden. ] Raza de Ithamar.

Y llevó sus cenizas a Betel. ] Llamada también Bethaven, porque había estado en pie uno de los becerros de oro de Jeroboam: aquí, por tanto, este buen rey envió las cenizas de esos ídolos quemados y sus baratijas para deshonrarla, y para que no quedara polvo tan perverso en Judá, esa tierra santa, dice Cayetano.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad