Pero cuando David vio que sus siervos susurraban, David se dio cuenta de que el niño estaba muerto. Entonces David dijo a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos dijeron: Está muerto.

Ver. 19. ¿Está muerto el niño? ] Esto le preguntó, si era así, podría poner fin a sus oraciones, que por los muertos sabía que no sólo eran ineficaces sino pecaminosas. Nótese esto contra el Orate pro animabus de los romanistas, la intercesión supersticiosa por las almas partidas : como también contra su Limbus infantium, del cual Pelagio fue el primer inventor, dice Pedro Mártir.

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