Y Abram dijo: He aquí, no me has dado simiente; y he aquí, uno nacido en mi casa es mi heredero.

Ver. 3. Y Abram dijo: He aquí, a mí, etc. ] Él toca otra vez sobre la misma cuerda; cuando caemos sobre las cruces sumamos, nos multiplicamos, nos elevamos en nuestro discurso, somos elocuentes por encima de la medida y, a veces, más allá de la verdad. Pero, ¿cómo es que Abram le habla así a Dios una y otra vez? En visiones anteriores Dios solo habló, aquí Abram responde. Parece que creció en una santa familiaridad con la divina Majestad, y una humilde audacia, como Cayetano observa aquí.

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