Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando.

Ver. 8. Cómo, pues, hijo mío, obedece a mi voz. ] Lo cual, sin embargo, no debió haber hecho, porque ella le ordenó lo malo; y los que así lo hacen, son peremptores, potius quam parentes; más bien parricidas que padres, como dice san Bernardo.

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