Acuérdate de las cosas pasadas de antaño: porque yo soy Dios, y no hay otro; [Yo soy] Dios, y [no hay] nadie como yo,

Ver. 9. Recuerde las cosas pasadas de antaño. ] Nuevamente les pide que recuerden quienes se habían olvidado tan repugnantemente de sí mismos en los días de Acaz y Manasés, y volverían a hacerlo en Babilonia, donde no se guardaron de los ídolos. Los papistas se deshumanizan a sí mismos, o de lo contrario no podrían ser tan groseros idólatras.

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