El Señor DIOS me abrió el oído, y no fui rebelde, ni me volví atrás.

Ver. 5. El Señor Dios me ha abierto el oído. ] Quitando todos los permisos, y agrandando el agujero, por así decirlo, hablando a mi corazón, y haciéndome moribundo y obediente, contra todas las afrentas y abusos. Porque aquí nuestro Salvador establece su obediencia activa, como en el siguiente versículo su pasiva.

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