Mis entrañas hervían y no descansaban; los días de aflicción me lo impedían.

Ver. 27. Mis entrañas hervían, y no descansaban ] Siendo agitado y revuelto con ebullición y burbujeo continuo, retumbando y haciendo un estertor (como la palabra significa), ya sea por pasión o por compasión, Ollae más insonueruut (Merc.). Con la más compasiva simpatía (dice un erudito parafrasista) anhelaba mis entrañas por los afligidos, de modo que no podía tener tranquilidad en mí mismo para afligirme y pensar en ellos; Rara vez o nunca me sentía sin pena por la aflicción de alguien o de otro.

Los días de aflicción me lo impidieron ] La previsión debería haber obstaculizado esta prevención. Los males previstos no llegan antes, pero son mucho más fáciles. Es un trabajo bien perdido si no nos suceden; bien gastado si lo hacen; mientras que al venir de repente, encuentran seguras las mentes débiles, las hacen miserables, las dejan desesperadas. Por tanto, espérelos y prepárese para ellos; los dardos previstos son inofensivos.

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