Y les hablaron en Silo, en la tierra de Canaán, diciendo: El SEÑOR mandó por mano de Moisés que nos diera ciudades para habitar, y sus ejidos para nuestro ganado.

Ver 2. El Señor lo ordenó. ] No dejó a sus levitas a la voluntad y devoción del pueblo: porque entonces deberían haber tenido la ración de Miqueas, Jueces 17:10, las miserias de los prisioneros, que no los mantendrán con vida ni los dejarán morir. Spoliantur parochiae et scholae, non aliter ac si tame necare nos velint, es la queja de Lutero: nos mantienen tan pobres como si quisieran hacernos morir de hambre a todos.

Por tanto, el Señor mandó, como aquí; no fuera que los hombres trataran con sus levitas, como lo hizo Luis XI de Francia con sus capellanes, a quienes concedió veinte chelines al mes, mientras que a su barbero, John Cottier, concedió diez mil coronas al mes.

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