Y sus discípulos le dijeron: ¿Ves la multitud que te apiña, y dices: Quién me ha tocado?

32 Y miró a su alrededor para ver a la que había hecho esto.

Ver. 32. Y miró alrededor ] Refutó la temeridad de sus discípulos, no con palabras, sino con miradas. A veces podemos expresar mejor nuestro desagrado por el pecado frunciendo el ceño que con discursos. Como el viento del norte ahuyenta la lluvia, etc.

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