3-11 Dios puede, cuando quiere, hacer temblar el corazón más fuerte; y en cuanto a aquellos que no temerán a Dios, él puede hacerlos temer al sacudir una hoja. La Providencia ordenó que los leprosos vinieran tan pronto como los sirios huyeran. Sus conciencias les decían que las travesuras les sobrevendrían si solo se cuidaban. La humanidad natural y el miedo al castigo son controles poderosos sobre el egoísmo de los impíos. Estos sentimientos tienden a preservar el orden y la amabilidad en el mundo; pero aquellos que han encontrado las riquezas inescrutables de Cristo, no tardarán en informar las buenas nuevas a los demás. Por amor a él, no por sentimientos egoístas, con gusto compartirán sus cosas terrenales con sus hermanos.

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