1-11 Aquí hay una precaución estricta contra toda amistad y compañerismo con ídolos e idólatras. Aquellos que están en comunión con Dios, no deben tener comunicación con las obras infructuosas de la oscuridad. Limitar las órdenes de destruir, a las naciones aquí mencionadas, muestra claramente que después de siglos no se trazaría esto como un precedente. Una comprensión adecuada del mal del pecado, y del misterio de un Salvador crucificado, nos permitirá percibir la justicia de Dios en todos sus castigos, temporales y eternos. Debemos lidiar decididamente con nuestras lujurias que luchan contra nuestras almas; no les demostremos misericordia, sino mortifiquemos, crucifiquemos y destruyamos por completo. Miles de personas en el mundo que ahora es, han sido deshechas por matrimonios impíos; porque hay más probabilidades de que lo bueno se pervierta que de que lo malo se convierta. Aquellos que, al elegir compañeros de yugo, no se mantienen dentro de los límites de una profesión de religión, no pueden prometerse ayuda para cumplir con ellos.

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