53-65 Tenemos aquí la condena de Cristo ante el gran consejo de los judíos. Pedro lo siguió; pero el fuego del sumo sacerdote no era un lugar apropiado, ni sus sirvientes una compañía apropiada para Pedro: era una entrada a la tentación. Se empleó una gran diligencia para procurar falsos testigos contra Jesús, pero su testimonio no equivalía a la acusación de un crimen capital, según el máximo rigor de su ley. Le preguntaron: ¿Eres tú el Hijo del Bendito? es decir, el Hijo de Dios. Como prueba de que es el Hijo de Dios, se refiere a su segunda venida. En estos ultrajes tenemos pruebas de la enemistad del hombre con Dios, y del amor gratuito e indecible de Dios hacia el hombre.

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