35-40 Un fuego salió del Señor, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso, mientras que Aarón, que estaba con ellos, fue preservado vivo. Dios está celoso del honor de sus propias instituciones, y no las invadirá. El sacrificio de los impíos es una abominación al Señor. Los incensarios son devotos y, como todas las cosas devotas, deben hacerse útiles para la gloria de Dios. Esta cubierta del altar recordaría a los hijos de Israel de este evento, para que otros puedan escuchar y temer, y no hacer más presuntuosamente. Trajeron destrucción sobre sí mismos tanto en cuerpo como en alma. Así, todos los que violan la ley y descuidan el evangelio eligen y aman la muerte.

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