6-9 Algunos de los siervos de Dios de la antigüedad fueron designados para ejecutar venganza según su palabra. No lo hicieron por venganza personal o política terrenal, sino en obediencia al mandato de Dios. Y el honor destinado a todos los santos de Dios, consiste en sus triunfos sobre los enemigos de su salvación. Cristo nunca tuvo la intención de que su evangelio fuera esparcido por fuego y espada, o su justicia por la ira del hombre. Pero que las grandes alabanzas de Dios estén en nuestras bocas, mientras empuñamos la espada de la palabra de Dios, con el escudo de la fe, en la guerra con el mundo, la carne y el diablo. Los santos serán más que vencedores sobre los enemigos de sus almas, a través de la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. Completar esto será a juicio del gran día. Entonces se ejecutará la sentencia. He aquí a Jesús y su iglesia evangélica, principalmente en su estado milenario. Él y su gente se regocijan entre sí; con sus oraciones y esfuerzos trabajan con él, mientras él avanza en los carros de salvación, conquistando a los pecadores por gracia, o en carros de venganza, para destruir a sus enemigos.

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