9-17 Aquellos que solo imponen sus manos al arado del deber, los fortalecerán con las promesas de misericordia: aquellos que eviten las faltas de sus padres tienen la maldición convertida en una bendición. Aquellos que creían en las promesas, debían mostrar su fe por sus obras y esperar el cumplimiento. Cuando Dios está disgustado, puede hacer que el comercio decaiga y poner a cada hombre en contra de su prójimo; pero cuando regresa en misericordia, todo es feliz y próspero. Seguramente los creyentes en Cristo no deben jugar con la exhortación a dejar de lado la mentira y hablarle a cada hombre paz con su prójimo, odiar lo que el Señor odia y amar aquello en lo que se deleita.

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