A la casa - Para renovar sus alabanzas en el atrio del templo, lugar adecuado y habitual para él. Alabar a Dios no debe ser el trabajo de un día solamente, pero nuestras alabanzas cuando hemos recibido misericordia, deben repetirse a menudo, como lo fueron nuestras oraciones, cuando estábamos en pos de ella. Todos los días debemos bendecir a Dios: mientras vivamos, y mientras tengamos algún ser, debemos alabarlo, dedicando nuestro tiempo a esa obra, en la que esperamos pasar nuestra eternidad.

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