Hicieron reverencia: en esa postura, presentándole sus peticiones, para que no se limitaran a viajes problemáticos a Jerusalén, sino que tuvieran la libertad que sus antepasados ​​disfrutaron de adorar a Dios en los lugares altos. Una vez obtenida esta libertad, sabían que podían adorar ídolos sin molestias: que era lo que pretendían. Y para prevenir tales abusos, Dios obligó a todos a adorarlo en un solo lugar.

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