No creísteis al Señor, por eso no pudieron entrar a causa de su incredulidad. No fue ningún otro pecado los que los excluyó de Canaán, sino su incredulidad de esa promesa, que era típica de la gracia del evangelio: para significar que ningún pecado nos arruinará sino la incredulidad, que es un pecado contra el remedio; y por tanto sin remedio.

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