Levántate y sal. El faraón le había dicho a Moisés que no volvería a ver su rostro, pero ahora envió a buscarlo; aquellos buscarán a Dios en su angustia, quien antes lo había desafiado. Ahora estaba tan asustado que dio órdenes por la noche para que fueran dados de alta, temiendo que si se demoraba, él mismo cayera después. Y que él los envió, no como los hombres odiaban (como los historiadores paganos han representado este asunto) sino como los hombres temían, es claro por su petición a ellos.

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