Ismael, es decir, Dios oirá; y la razón es que Jehová ha oído: tiene, y por tanto quiere. La experiencia que hemos tenido de la bondad oportuna de Dios en la angustia debería animarnos a esperar una ayuda similar en las exigencias similares. Incluso allí, donde hay un pequeño grito de devoción, el Dios de la piedad escucha el grito de la aflicción: las lágrimas hablan tanto como las oraciones.

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