También le envió un mensaje muy humilde, que ordenó a sus siervos que lo transmitieran de la mejor manera. Debían llamar a Esaú su señor, y a Jacob su siervo; debían decirle que el ganado que tenían era un pequeño obsequio que Jacob le había enviado. Especialmente deben tener cuidado de decirle que Jacob vendría después, para que no sospechara que huyó. Una confianza amistosa en la bondad de los hombres puede ayudar a prevenir la maldad que nos diseñó su maldad.

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