Piensa en mí, cuando te irá bien. Aunque el respeto que se le brindó a José, hizo que la prisión fuera tan fácil para él como podría serlo una prisión, sin embargo, nadie puede culparlo por desear la libertad. Vea qué modesta representación hace de su propio caso. No reflexiona sobre sus hermanos que lo vendieron, solo dice: Fui robado de la tierra de los hebreos. Tampoco reflexiona sobre el mal que le ha hecho en este encarcelamiento por su amante que fue su perseguidora, y su amo que fue su juez, sino que confiesa levemente su propia inocencia.

Aquí no he hecho nada para que me metieran en la mazmorra. Cuando somos llamados a reivindicarnos a nosotros mismos, debemos evitar con cuidado todo lo que pueda estar hablando mal de los demás. Estemos contentos de demostrar que somos inocentes, y no nos guste reprender a otros con su culpa.

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