Lluvia - Por tanto, Dios no los puso en una tierra donde había ríos como el Nilo, para regarla y hacerla fecunda, sino en una tierra que dependía por completo de la lluvia del cielo, cuya llave Dios guardaba en su propia mano, para poder obligarlos más eficazmente a la obediencia, en la que consistía su felicidad.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad