Y Juan le respondió: Como si hubiera dicho: Pero, ¿debemos recibir a los que no nos siguen? Maestro, vimos a uno que echaba fuera demonios en tu nombre. Probablemente este era uno de los discípulos de Juan el Bautista, que creía en Jesús, aunque todavía no se asociaba con los discípulos de nuestro Señor. Y se lo prohibimos, porque no nos sigue. ¿Cuántas veces se encuentra en nosotros el mismo temperamento? ¿Con qué facilidad también deseamos envidiar? Pero, ¿cómo se convierte ese espíritu en discípulo, mucho más en ministro del benevolente Jesús? S t.

Pablo había aprendido a tener un mejor temperamento cuando se regocijó de que Cristo fuera predicado, incluso por aquellos que eran sus enemigos personales. Pero limitar la religión a los que nos siguen es una estrechez de espíritu que debemos evitar y aborrecer. Lucas 9:49 .

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