Se trajo uno que le debía diez mil talentos. Según el cálculo habitual, si estos fueran talentos de oro, esto equivaldría a setenta y dos millones de libras esterlinas. Si eran talentos de plata, debían haber sido cuatro millones, cuatrocientas mil libras. De esta manera, nuestro Señor da a entender el gran número y el peso de nuestras ofensas contra Dios, y nuestra total incapacidad de darle satisfacción alguna.

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