Ireneo Contra las Herejías Libro III

Este, por lo tanto, fue el [objeto de la] longanimidad de Dios, que el hombre, pasando por todas las cosas, y adquiriendo el conocimiento de la disciplina moral, alcanzando luego la resurrección de entre los muertos, y aprendiendo por experiencia cuál es la fuente de su liberación, pueda vivir siempre en un estado de gratitud al Señor, habiendo obtenido de Él el don de la incorruptibilidad, para poder amarlo más; porque "a quien más se le perdona, más ama:"[380]

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