La gracia de Dios en la tormenta

Hechos veintisiete

Pablo había sido juzgado y hallado inocente. Sin embargo, era la voluntad de Dios que predicara en Roma. Su apelación a César fue lo que le permitió dar testimonio en ese lugar. Fue enviado como prisionero, bajo custodia con otros prisioneros, a Roma. Mientras hacen el viaje, se enfrentaron a una fuerte tormenta y a un horrible naufragio frente a la isla de Malta. ¡Es fácil ver cuando miramos hacia atrás, que la voluntad de Dios estaba obrando en la vida de Pablo!

Pablo y otros prisioneros fueron puestos a cargo de Julio, un centurión de la banda de Augusto. Augusto fue el dictador romano llamado César. A Pablo se le permitiría llevar el evangelio a su palacio. Pablo fue puesto en un barco de Adramyttium para hacer el viaje hacia Roma. Al comenzar el viaje, se hizo una breve parada en Sidón. Allí Julio permitió que Pablo visitara a otros cristianos.

El centurión dio órdenes para el viaje incluso por encima del capitán de la nave. No estaba dispuesto a seguir el consejo que le dio Pablo. Más tarde, el barco quedó atrapado en una horrible tormenta y se esfumó la esperanza de sobrevivir. Dios se apareció a Pablo y le prometió que no habría pérdida de vida. El barco y su cargamento se perderían pero toda la gente se salvaría.

Mientras la tormenta rugía, algunos de los marineros estaban a punto de huir del barco. Pablo pronunció diez palabras que salvaron muchas vidas: "Si éstos no permanecen en la barca, no podéis ser salvos". Pablo había sido un perseguidor, un predicador y ahora se convierte en un preservador para los que estaban en el barco. Por la gracia de Dios, los doscientos setenta y seis hombres cansados ​​y asustados en ese barco se salvaron.

En medio de la tormenta, Pablo mostró una gran fe en Dios. Comió, oró y habló de Dios. Él dijo: "Por tanto, señores, tened buen ánimo, porque creo en Dios, que será tal como me ha sido dicho". El barco fue destrozado y los soldados sugieren matar a los prisioneros. "Pero Julius quería salvar la vida de Paul y no permitió que los soldados hicieran lo que habían planeado". Recuerda que en la vida pueden venir naufragios pero Dios nunca te abandona.

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