Lecciones del hombre rico Lucas dieciséis

Un mayordomo malgastó los bienes de su amo. Puede que haya sido descuidado en sus deberes o que simplemente haya cometido errores. El mayordomo pensó en su futuro. No podía hacer trabajo manual y no quería mendigar. Presentó un plan para tener un futuro para sí mismo. Llamó a los deudores de su amo y descontó lo que debían. Sintió que estarían muy agradecidos y que luego lo ayudarían. Jesús elogió a este mayordomo por sus acciones.

Estaba pensando en el futuro; eso es algo que la mayoría de la gente no hace. Los cristianos deben mostrar una profunda preocupación cuando piensan en la obra del Señor y en su propia vida eterna. Sé responsable. Si no ha sido responsable con la propiedad de otra persona, nadie le confiará la verdadera riqueza. Seamos responsables para que Dios pueda entonces confiar en nosotros para ayudar a satisfacer las necesidades espirituales de otras personas. ¿Puede Dios confiarte las verdaderas riquezas? No se puede ser siervo de Dios y del dinero a la vez.

Los fariseos amaban el dinero por lo que se reían de Jesús. Creían que la riqueza era una recompensa por la bondad. Los fariseos hacían un buen espectáculo religioso pero estaban corruptos por dentro. Amaban el dinero más de lo que amaban a Dios. También leemos: "La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces se anuncia el reino de Dios, y todo hombre se esfuerza por entrar en él". Un nuevo período de la historia bíblica comenzó con la muerte de Jesús.

Algunos querían entrar en el reino y presionaron para entrar. Eran muy diferentes de los fariseos. Jesús les dijo que la Ley se cumpliría hasta el más mínimo detalle. Jesús usó la ilustración del matrimonio para mostrar a los fariseos que debían respetar la Ley de Dios y no limitarse a hacer sus propias leyes como habían hecho con el divorcio.

La historia del hombre rico y Lázaro es una lección muy aleccionadora. Mirando desde una mente terrenal, pensarías que el hombre rico lo tenía todo. Vestía los paños más caros y disfrutaba de grandes lujos todos los días. En contraste, el mendigo llamado Lázaro no tenía más que miseria terrenal. Estaba en profunda pobreza y cubierto de llagas. Pidió migajas para comer. En el otro lado de la vida, sus roles se invirtieron.

El rico fue atormentado y Lázaro fue bendecido. El hombre rico se dio cuenta de que debería haber servido a Dios, pero ya era demasiado tarde. No sintió que había recibido suficiente advertencia, por lo que quería asegurarse de que sus hermanos fueran debidamente enseñados acerca de la eternidad. Lamentablemente, ya estaban rechazando las enseñanzas que tenían. Hay vida después de la muerte y debemos prepararnos para ella.

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