No te atrevas a preguntar: ¿Quién eres?

Los discípulos sabían que era el Señor, pero había algo en su semblante, en su majestad, en su apariencia alterada, que los asombró, los llenó de asombro y les impidió hacer preguntas que tenían curiosidad por saber. ¡Cuántas preguntas se nos ocurren acerca de las cuales nos gustaría saber! El Señor mismo toma el pan y el pescado y los reparte a sus discípulos. Él es el anfitrión; ellos son los invitados.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Nuevo Testamento