Ver. 40. Ahora bien, cuando el sol se estaba poniendo, todos los que tenían algún enfermo de diversas enfermedades se los traían; y puso sus manos sobre cada uno de ellos, y los sanó. 41. Y también salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Y él, reprendiéndolos, les permitía no hablar, porque sabían que él era el Cristo.

TEOFILO. Debemos observar el celo de la multitud, que después de que el sol se había puesto le traía a sus enfermos, sin desanimarse por lo avanzado del día; como está dicho: Ahora bien, cuando el sol se estaba poniendo, trajeron a sus enfermos.

ORIGEN; Se mandó a la puesta del sol, es decir, pasado el día, que los sacaran, o porque durante el día estaban ocupados en otras cosas, o porque pensaban que no era lícito curar en sábado. . Pero Él los sanó, como sigue: Pero él puso sus manos sobre cada uno de ellos.

Cirilo; Pero aunque como Dios podía ahuyentar las enfermedades con su palabra, no obstante las toca, mostrando que su carne era poderosa para aplicar remedios, ya que era la carne de Dios; porque así como el fuego, cuando se aplica a un vaso de bronce, imprime en él el efecto de su propio calor, así la omnipotente Palabra de Dios, cuando se unió a Sí mismo en la asunción real de un templo vivo, virgen, dotado de entendimiento, implantó en él una participación de su propio poder.

¡Que Él también nos toque a nosotros, mejor dicho, que nosotros lo toquemos a Él, para que Él pueda librarnos de las enfermedades de nuestras almas así como de los asaltos del espíritu maligno y del orgullo! Porque sigue: Y también salieron demonios.

TEÓFILO; Los demonios confiesan al Hijo de Dios, y como se dice después, sabían que era el Cristo; porque cuando el diablo lo vio angustiado por el ayuno, lo percibió como un verdadero hombre, pero cuando no prevaleció en su prueba, dudó si era o no el Hijo de Dios, pero ahora por el poder de los milagros de Cristo, o percibió o sospechaba que era el Hijo de Dios. Entonces no persuadió a los judíos para que lo crucificaran porque pensara que no era Cristo o el Hijo de Dios, sino porque no previó que por esta muerte él mismo sería condenado. De este misterio escondido del mundo dice el Apóstol, que ninguno de los príncipes de este mundo lo supo, porque si lo hubieran sabido, nunca habrían crucificado al Señor de la Gloria.

CHRYS. Pero en lo que sigue, Y reprendiéndolos les permitía no hablar, nota la humildad de Cristo, quien no permitió que los espíritus inmundos lo manifestaran. Porque no convenía que usurparan la gloria del oficio apostólico, ni convenía que los misterios de Cristo se hicieran públicos por lenguas impuras.

TEOFILO. Porque, "la alabanza no es decorosa en la boca de un pecador". O bien, porque no quiso inflamar la envidia de los judíos siendo alabado por todos.

TEÓFILO; Pero a los mismos Apóstoles se les ordena guardar silencio acerca de Él, no sea que al proclamar su divina Majestad se demore la dispensación de su Pasión.

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