Ver. 6. Y saliendo los fariseos, e inmediatamente consultaron con los herodianos contra él, cómo podrían destruirlo. 7. Mas Jesús se retiró con sus discípulos al mar; y le siguió una gran multitud de Galilea, y de Judea, 8. Y de Jerusalén, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán; y los de Tiro y de Sidón, una gran multitud, cuando oyeron las grandes cosas que hacía, vinieron a él.

9. Y dijo a sus discípulos que le esperase una pequeña barca, a causa de la multitud, para que no le atropellasen. 10. Porque había sanado a muchos; tanto que le oprimían para tocarle todos los que tenían plagas. 11. Y los espíritus inmundos, cuando le vieron, se postraron delante de Él y dieron voces, diciendo: "Tú eres el Hijo de Dios". 12. Y les mandó estrictamente que no le diesen a conocer.

Beda, en Marc., 1, 15: Los fariseos, pensando que era un crimen que por la palabra del Señor la mano enferma se restableciera a un estado sano, acordaron hacer un pretexto de las palabras dichas por nuestro Salvador. Por lo cual se dice: "Y saliendo los fariseos, e inmediatamente consultaron con los herodianos contra él, cómo podrían destruirlo".

Como si cada uno de ellos no hiciera cosas mayores en el día de reposo, llevando comida, extendiendo una copa y cualquier otra cosa necesaria para las comidas. Ni Él, Quien dijo y fue hecho, podría ser condenado por trabajar en el día de reposo.

Teofilacto: Pero los soldados del rey Herodes se llaman herodianos, porque había surgido una nueva herejía que afirmaba que Herodes era el Cristo. Porque la profecía de Jacob insinuaba que cuando los príncipes de Judá fallaran, entonces vendría Cristo; porque en tiempo de Herodes no quedó ninguno de los príncipes judíos, y él, un extranjero, era el único gobernante, algunos pensaron que él era el Cristo, y pusieron a pie esta herejía. Estos, por lo tanto, estaban con los fariseos tratando de matar a Cristo.

Beda: O bien llama a los herodianos los siervos de Herodes el tetrarca, que por el odio que su señor tenía a Juan, persiguió con alevosía y odio también al Salvador, a quien Juan predicaba.

Continúa: "Pero Jesús se retiró con sus discípulos al mar"; Huyó de su traición, porque aún no había llegado la hora de su pasión, y ningún lugar fuera de Jerusalén era apropiado para su pasión. En lo cual también dio ejemplo a sus discípulos, cuando padecieran persecución en una ciudad, para huir a otra.

Teofilacto: Al mismo tiempo se va otra vez, para que dejando a los ingratos pueda hacer bien a más, "porque muchos le siguieron, y él los sanó".

Porque sigue: "Y una gran multitud de Galilea, etc." los sirios y sidonios, siendo extranjeros, se benefician de Cristo; pero sus parientes los judíos lo persiguen: así que no hay provecho en la relación, si no hay una semejanza en la bondad.

Bede: Porque los extraños lo siguieron, porque vieron las obras de sus poderes, y para oír las palabras de su enseñanza. Pero los judíos, inducidos únicamente por su opinión de sus poderes, acuden en gran multitud a escucharlo y a rogar por su salud. Por lo cual sigue: "Y dijo a sus discípulos que esperaran, etc."

Teofilacto: Considera, pues, cómo escondió su gloria, pues pide una barca pequeña, para que la multitud no le haga daño, para que, entrando en ella, quede ileso. Sigue: "Todos los que tuvieron azotes, etc." Pero él entiende por azotes, enfermedades, porque Dios nos azota, como un padre a sus hijos.

Bede: Por tanto, tanto los que tenían plagas de enfermedades corporales como los que eran afligidos por espíritus inmundos se postraban delante del Señor. Los enfermos lo hacían simplemente con la intención de obtener la salud, pero los endemoniados, o más bien los diablos dentro de ellos, porque bajo el dominio de un temor de Dios se vieron obligados no sólo a postrarse ante Él, sino también a alabar Su majestad. Por lo cual continúa: "Y dieron voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios".

Y aquí debemos maravillarnos de la ceguera de los arrianos, quienes, después de la gloria de su resurrección, niegan al Hijo de Dios, a quien los demonios confiesan ser el Hijo de Dios, aunque todavía revestido de carne humana. Sigue: "Y les mandó estrictamente que no le diesen a conocer".

Porque Dios dijo al pecador: "¿Por qué predicas mis leyes?" [Sal 50:16] Al pecador le está prohibido predicar al Señor, no sea que cualquiera que escuche su predicación lo siga en su error, porque el diablo es un amo malvado, que siempre mezcla lo falso con lo verdadero, para que la apariencia de la verdad puede cubrir el testigo de fraude.

Pero no sólo a los demonios, sino también a las personas curadas por Cristo, y aun a los Apóstoles, se les ordena guardar silencio acerca de Él antes de la Pasión, no sea que por la predicación de la majestad de Su Divinidad se retrase la economía de Su Pasión. Pero alegóricamente, al salir el Señor de la sinagoga y luego retirarse al mar, prefiguró la salvación de los gentiles, a quienes se dignó venir por la fe de ellos, habiendo abandonado a los judíos a causa de su perfidia.

Porque las naciones, arrastradas por diversos senderos de error, son adecuadamente comparadas con el mar inestable. [ed. nota: véase Cipriano, Ep. 63, también Agustín, Ciudad de Dios, Libro 20, 16]

Otra vez le siguió una gran multitud de varias provincias, porque había recibido con bondad a muchas naciones, que acudían a él por la predicación de los apóstoles. Pero el barco que espera al Señor en el mar es la Iglesia, reunida de entre las naciones; y entra en él para que la multitud no lo atropelle, porque huyendo de las mentes atribuladas de las personas carnales, se deleita en venir a los que desprecian la gloria de este mundo, y morar entre ellos.

Además, hay una diferencia entre aglomerar al Señor y tocarlo; porque lo atropellan, cuando con pensamientos y hechos carnales turban la paz, en la cual mora la verdad; pero toca a aquel que por la fe y el amor le ha recibido en su corazón; por lo que se dice que los que le tocaron se salvaron.

Teofilacto: Otra vez moralmente, los herodianos, es decir, las personas que aman los deseos de la carne, desean matar a Cristo. Porque el significado de Herodes es, 'de piel' [ed. nota: pelliceus, véase Hier. de Nom. hebr.]. Pero los que abandonan su patria, es decir, el modo de vida carnal, siguen a Cristo, y sus plagas son sanadas, es decir, los pecados que hieren su conciencia. Pero Jesús en nosotros es nuestra razón, que ordena que nuestro vaso, es decir, nuestro cuerpo, le sirva, para que las preocupaciones de los asuntos mundanos no presionen nuestra razón.

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