Ver. 1. "No juzguéis, para no ser juzgados. 2. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os volverá a medir".

Ag.: Ya que cuando estas cosas temporales son provistas de antemano contra el futuro, no se sabe con qué propósito se hace, ya sea con una sola o doble mente, Él oportunamente agrega: "No juzgues".

Pseudo-Chrys.: De lo contrario; Ha expuesto hasta ahora las consecuencias de sus mandatos de dar limosna; Ahora toma a los que respetan la oración. Y esta doctrina es una especie de continuación de la de la oración; como si fuera: "Perdónanos nuestras deudas", y luego debería seguir: "No juzguéis, para que no seáis juzgados".

Jerónimo: Pero si nos prohíbe juzgar, ¿cómo juzga Pablo al corintio que había cometido inmundicia? ¿O Pedro condenará a Ananías y Safira por falsedad?

Pseudo-Chrys.: Pero algunos explican este lugar según un sentido, como si el Señor no prohibiera aquí a los cristianos reprender a otros por buena voluntad, sino que solo pretendía que los cristianos no despreciaran a los cristianos haciendo ostentación de su propia justicia, odiando otros a menudo solo por sospecha, condenándolos y persiguiendo rencores privados bajo la apariencia de piedad.

Cris.: Por eso no dice: 'No hagas cesar al pecador', sino que no juzgues; es decir, no seas un juez amargo; corrígelo en verdad, pero no como a un enemigo que busca venganza, sino como a un médico que aplica un remedio.

Pseudo-Chrys.: Pero que ni aun así los cristianos deben corregir a los cristianos se muestra por esa expresión, "No juzgues".

Pero si no corrigen así, ¿obtendrán el perdón de sus pecados, porque está dicho, "y no seréis juzgados?" Porque ¿quién alcanza el perdón de un pecado anterior, sin añadirle otro? Esto lo hemos dicho, queriendo mostrar que aquí no se habla de no juzgar a nuestro prójimo que pecará contra Dios, pero que puede pecar contra nosotros mismos. Porque al que no juzga a su prójimo que ha pecado contra él, Dios no le juzgará por su pecado, sino que le perdonará su deuda así como él perdonó.

Cris.: De lo contrario; No nos prohíbe juzgar absolutamente todo pecado, sino que impone esta prohibición a los que están llenos de grandes males y juzgan a los demás por males muy pequeños. De la misma manera, Pablo no prohíbe absolutamente juzgar a los que pecan, pero critica a los discípulos que juzgan a su maestro, y nos instruye a no juzgar a los que están por encima de nosotros.

Hilario: De lo contrario; Él nos prohíbe juzgar a Dios tocando sus promesas; porque así como los juicios entre los hombres se basan en cosas inciertas, así este juicio contra Dios se extrae de algo que es dudoso. Y Él, por lo tanto, quiere que desechemos la costumbre de nosotros por completo; porque no es aquí como en otros casos en que es pecado haber dado un juicio falso; pero aquí hemos comenzado a pecar si hemos pronunciado algún juicio.

Agosto, Serm. en Mont., ii, 18: Supongo que el mandato aquí no es otro que el de dar siempre la mejor interpretación a aquellas acciones que parezcan dudosas con qué mente se realizaron. Pero acerca de lo que no se puede hacer con buen propósito, como adulterios, blasfemias y similares, Él nos permite juzgar; pero de las acciones indiferentes que admiten ser hechas con buen o mal propósito, es temerario juzgar, pero especialmente condenar.

Hay dos casos en los que debemos estar particularmente en guardia contra los juicios apresurados, cuando no aparece con qué mente se hizo la acción; y cuando aún no aparece, qué clase de hombre puede resultar cualquiera, que ahora parece bueno o malo. Por lo tanto, no debe censurar aquellas cosas que sabemos con qué mente se hacen, ni tampoco censurar aquellas cosas que son manifiestas, como si desesperáramos de recuperarnos.

Aquí uno puede pensar que hay dificultad en lo que sigue: "Con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados". Si juzgamos con un juicio precipitado, ¿nos juzgará Dios también con algo semejante? O si hemos medido con una medida falsa, ¿hay en Dios una medida falsa por la cual se nos pueda volver a medir? Porque por medida supongo que aquí se quiere decir juicio. Seguramente esto sólo se dice, que la prisa con que castigáis a otro será ella misma vuestro castigo. Porque muchas veces la injusticia no daña al que sufre el mal; pero siempre debe lastimar al que hace el mal.

Ago., Ciudad de Dios, xxi, 11: Algunos dicen: ¿Cómo es verdad que Cristo dice: "Y con qué medida mediréis, se os volverá a medir", si el pecado temporal ha de ser castigado con el sufrimiento eterno? No observan que no se dice "la misma medida" por el igual espacio de tiempo, sino por la igual retribución, es decir, que el que ha hecho el mal debe sufrir el mal, aunque incluso en ese sentido podría ser Dicho de aquello de lo que habló aquí el Señor, a saber, de juicios y condenaciones.

Por tanto, el que juzga y condena injustamente, si es juzgado y condenado, recibe justamente en la misma medida, aunque no la misma cosa que dio; por el juicio hizo lo que era injusto, por el juicio sufre lo que es justo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento