ANÁLISIS.

Dios os muestra un gran amor al conferiros el gran honor de ser llamados hijos suyos. Ustedes son los hijos de Dios y, sin embargo, les esperan mayores bendiciones. Seréis como él, y lo veréis tal como es. Esta es una gran esperanza y una fuerte razón para esforzarse por ser puro. Una violación de la ley es pecado. Cristo vino a quitar el pecado; los que permanecen en él! no pecar El que peca no conoce a Cristo.

Para ser justo, debes actuar correctamente. El que peca lo hace por mandato del diablo, que pecó desde el principio. Cristo vino a destruir las obras del diablo. Uno nacido de Dios no comete pecado habitualmente, y mientras la voluntad y el deseo de Dios estén presentes en él, no pecará. Puedes distinguir a los hijos de Dios de los hijos del diablo en esto; el que peca habitualmente y no ama a su hermano no es hijo de Dios.

Desde el principio del evangelio de Cristo, este es el mensaje: "Amaos los unos a los otros". Caín no amaba a su hermano, porque lo mató, porque las obras de su hermano eran buenas a los ojos de Dios, y así condenó las obras de Caín como malas. Os doy un criterio por el cual sabréis si habéis pasado de muerte a vida, si amáis a los hermanos. En esto vemos el amor de Dios. Cristo dio su vida por nosotros, y nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

Un amor como este no puede existir en quien se niega a atender las necesidades de su hermano. No debemos amar sólo de profesión, sino de hecho, mostrándolo con actos. De lo contrario, nuestro corazón nos condenará, y Dios es más grande que nuestro corazón. Pero si obedecemos sus mandamientos, creyendo en el Hijo de Dios y amando a los hermanos, sabemos con certeza que Dios permanece con y en nosotros, y nosotros con él, por este su Espíritu que nos ha dado.

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