Husai vio que era esencial ganar tiempo, "para", para citar las palabras de Tácito, "dar tiempo a los descontentos para que se arrepientan, y a los leales tiempo para unirse: los crímenes ganan con la acción apresurada, mejores consejos con la demora". (Tac. Hist. i. 32.) Su esquema fue ingeniosamente ideado para apelar a la vanidad y el amor por la ostentación de Absalón. Parecía seguro y fácil: era una idea mucho más atractiva para Absalón marchar en persona contra David al frente de un ejército inmenso, que dejar que Ahitofel completara la revolución con una acción decisiva de una vez.

Su vanidad probó su ruina. Olvidó que una leva general no implicaría una pequeña demora: olvidó que no era seguro que el levantamiento fuera general, y que cuando pasara la primera sorpresa de la insurrección, muchos volverían a ser leales a David. Pero Absalón y sus consejeros estaban cegados por un enamoramiento ordenado por Dios. "Quern vult Deus deperdere, dementat prius".

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