El discurso vuelve al tema de Deuteronomio 6:10 ss., las tentaciones de Israel en la tierra prometida. No debe hacer ningún contrato, ni mostrar amistad, ni casarse con sus pueblos para no ser atraído a la idolatría (1 4), sino que debe destruir sus altares y otros símbolos religiosos (5). Porque Israel es santo y propio de Jehová, quien lo escogió porque lo amó y lo redimió para guardar el juramento que hizo a sus padres (6 8).

Él es fiel a los Suyos hasta mil generaciones, pero paga a Sus enemigos destruyéndolos; Por lo tanto, Israel debe guardar Sus leyes (9 11). Si es así, Jehová mantendrá Su pacto con el pueblo, asegurando la fertilidad de ellos, su suelo y su ganado, y apartando de ellos la enfermedad sobre sus enemigos (12 15). A estos Israel tiene que consumir sin piedad, porque sus dioses serán una trampa; y si Israel les tiene miedo, debe recordar que lo que su Dios ya ha hecho con Faraón y con Egipto, Él lo hará con ellos, porque Él es en medio de Israel un Dios grande y terrible (16 21).

Él los destruirá gradualmente (por causa de Su pueblo), pero totalmente (22 24). El capítulo cierra con su nota clave: Israel debe destruir las imágenes de los dioses de estos pueblos, no codiciando ni siquiera la plata y el oro sobre estos, lo cual debe ser una abominación para Israel (25 26). Aparte de ciertas adiciones editoriales (véanse las notas), no hay motivo para dudar de la integridad sustancial del capítulo; excepto con estas adiciones Deuteronomio 7:5; Deuteronomio 7:7 (salvo inciso último), 12 a mantiene el Sg. Dirección.

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