Que un súbdito como Amán fuera admitido para formar un tercero en el banquete al que el rey había sido invitado por su consorte, parecía un ejemplo especialmente marcado de favor, que surgía de la posición que el ministro ocupaba en la estimación de su amo real. Cuanto mayor sea el honor pagado, más sorprendente y efectiva es la ruina del favorito.

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