En Dios no se debe pensar en la parcialidad ni en la injusticia, pues todos los hombres, ricos y pobres, son igualmente obra de sus manos. En estas palabras, el disputante hace la transición de su principio a la ilustración de él en el gobierno real de Dios sobre los hombres, y esta ilustración la persigue extensamente.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad