Se observará aquí que, al acercarse a Jerusalén, el Señor llora sobre la ciudad. No es ahora como en Mateo, donde, discutiendo con los judíos, les señala como que habiendo desechado y matado a los profetas también Emanuel, el Señor, que tantas veces quiso juntar a sus hijos bajo sus alas, habiendo sido ignominiosamente rechazado ahora fue entregado a la desolación hasta Su regreso.

Es la hora de su visitación, y ella no lo ha sabido. ¡Ojalá hubiera escuchado, incluso ahora, el llamado del testimonio de su Dios! Ella es entregada en manos de los gentiles, sus enemigos, quienes no dejarán en ella piedra sobre piedra. Es decir, al no haber conocido esta visitación de Dios en gracia en la Persona de Jesús, queda apartada, el testimonio no va más allá, da lugar a un nuevo orden de cosas.

Así, la destrucción de Jerusalén por Tito es aquí prominente. Es del carácter moral del templo también del que habla aquí el Señor. El Espíritu no nota aquí que debe ser el templo de Dios para todas las naciones. Es simplemente ( Lucas 20:16 ) que la viña se da a otros. Entonces cayeron sobre la piedra de tropiezo: cuando caiga sobre ellos cuando Jesús venga a juzgar, los hará polvo.

En su respuesta a los saduceos, se añaden tres cosas importantes a lo dicho en Mateo. 1º, No es sólo la condición de los resucitados, y la certeza de la resurrección; es una era, que sólo una cierta clase, los que son tenidos por dignos de ella, alcanzarán, una resurrección separada de los justos ( Lucas 20:35 ).

2º, Esta clase se compone de los hijos de Dios, como hijos de la resurrección ( Lucas 20:36 ). 3º Mientras esperan esta resurrección, sus almas sobreviven a la muerte, todos viven para Dios, aunque estén ocultos a los ojos de los hombres ( Lucas 20:38 ).

Aquí se omite la parábola del banquete de bodas. En el capítulo 14 de este Evangelio lo encontramos con elementos característicos, una misión a las calles de la ciudad, a los despreciados de las naciones, que no está en Mateo, que en cambio nos da el juicio de Jerusalén, antes de anunciar la evangelización de los gentiles. Todo esto es característico. En Lucas es la gracia, condición moral del hombre ante Dios, y el nuevo orden de cosas fundado en el rechazo de Cristo. No me detendré en esos puntos que Lucas relaciona en común con Mateo. Se encuentran naturalmente en los grandes hechos que se relacionan con el rechazo del Señor por parte de los judíos y sus consecuencias.

Si comparamos Mateo 23 y Lucas 20:45-47 , veremos enseguida la diferencia. En Lucas el Espíritu nos da en tres Versículos lo que moralmente pone a un lado a los escribas. En Mateo se desarrolla toda su posición con respecto a la dispensación; ya sea como teniendo un lugar, mientras Moisés continuó, o con referencia a su culpabilidad ante Dios en ese lugar.

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