Cuando fueron puestos en libertad, vinieron a su propio pueblo y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Cuando hubieron oído la historia, unánimes alzaron la voz a Dios y dijeron: "Oh Soberano Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra y el mar y todo lo que hay en ellos, tú que dijiste: por el Espíritu Santo por boca de David, nuestro padre, tu siervo: '¿Por qué se enfurecieron las naciones, y los pueblos pensaron en cosas vanas?' Los reyes de la tierra se pararon alrededor y los gobernantes se juntaron contra el Señor y contra su Ungido.

Porque en verdad en esta ciudad se juntaron contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer todas las cosas que tu mano y tu propósito habían determinado que debían ser. hecho. Ahora pues, oh Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con denuedo, mientras extiendes tu mano para sanar y mientras suceden señales y prodigios por medio del nombre de tu santo siervo Jesús". habían orado, el lugar en que estaban reunidos tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra con denuedo.

En este pasaje tenemos la reacción de la Iglesia cristiana en la hora del peligro. Se podría haber pensado que cuando Pedro y Juan regresaron con su historia, una profunda depresión habría caído sobre la Iglesia, mientras miraban hacia adelante a los problemas que ahora estaban destinados a descender sobre ellos. Lo único que ni siquiera les llamó la atención fue obedecer la orden del Sanedrín de no hablar más. A sus mentes en ese momento llegaron ciertas grandes convicciones ya sus vidas llegó una marea de fortaleza.

(i) Tenían la convicción del poder de Dios. Con ellos estaba el que era creador y sustentador de todas las cosas. Una vez, el enviado papal amenazó a Martín Lutero con lo que sucedería si persistía en su camino y le advirtió que al final sería abandonado por todos sus partidarios. "¿Dónde estarás entonces?" preguntó el enviado. "Entonces como ahora", respondió Lutero, "en las manos de Dios". Para el cristiano, los que están por nosotros son siempre más que los que están contra nosotros.

(ii) Tenían la convicción de la inutilidad de la rebelión del hombre. La palabra traducida como ira se usa para el relincho de caballos enérgicos. Pueden pisotear y sacudir sus cabezas; al final tendrán que aceptar la disciplina de las riendas. Los hombres pueden hacer sus gestos desafiantes contra Dios; al final Dios debe prevalecer.

(iii) Ponen ante sí el recuerdo de Jesús. Recordaron cómo sufrió y cómo triunfó; y en ese recuerdo hallaron su confianza, porque al discípulo le basta ser como su Señor.

(iv) Rezaron por valor. No pretendieron que pudieran enfrentar esto con sus propias fuerzas; recurrieron a un poder que no era el suyo.

(v) El resultado fue el don del Espíritu. La promesa se cumplió; no se quedaron sin consuelo. Así encontraron el coraje y la fuerza que necesitaban para testificar cuando su testimonio bien podría significar su muerte.

TODAS LAS COSAS EN COMÚN ( Hechos 4:32-37 )

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