Aquí Daniel relata brevemente cómo se cumplió su profecía esa misma noche. Como lo hemos explicado antes, se había celebrado una fiesta habitual que los babilonios celebraban anualmente, y en esta ocasión la ciudad fue traicionada por dos sátrapas, a los que Jenofonte llama Gobryas y Gadatas. En este pasaje, los rabinos muestran tanto su descaro como su ignorancia; pues, según su costumbre habitual, balbucean con audacia sobre lo que no entienden. Dicen que el rey fue apuñalado, porque uno de sus guardias escuchó la voz del Profeta y quiso ejecutar ese juicio celestial; ¡Como si la sentencia de Dios dependiera de la voluntad de un solo pagano! Debemos pasar por estas pequeñeces pueriles y aferrarnos a la verdad de la historia; porque Belsasar fue detenido en su propia sala de banquetes, cuando estaba muy intoxicado, con sus nobles y concubinas. Mientras tanto, debemos observar la maravillosa bondad de Dios hacia el Profeta. No estaba en el más mínimo peligro, como el resto. Estaba vestido de púrpura, y apenas había pasado una hora cuando los medos y los persas entraron en la ciudad. Apenas pudo haber escapado en el tumulto, a menos que Dios lo hubiera cubierto con la sombra de su mano. Vemos, entonces, cómo Dios cuida de los suyos y nos arrebata los mayores peligros, como si nos estuviera sacando de la tumba. No hay duda de que el Santo Profeta estaba muy agitado en medio del tumulto, porque no carecía de sensibilidad. (278) Pero debe ejercerse así para que reconozca a Dios como el fiel guardián de su vida y se aplique más diligentemente a su adoración, ¡ya que no vio nada preferible a echarle todas sus preocupaciones!

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad